La relación entre la autoestima y el consumo de drogas.

04.02.2021

El desarrollo de la autoestima como rasgo constitutivo tiene su germen en la misma infancia, y crea una serie de disposiciones que tienden a acompañar a la persona el resto de su vida. La cuantía y la calidad de la autoestima de un individuo suele ser un potente factor motor de las direcciones que este va tomando a lo largo de su vida.

Si la comunicación y los patrones de relación interpersonal ente adulto y niño, esencialmente en el seno familiar, no se asientan en el cariño, el respeto y la consideración, podría estar cimentándose una personalidad doliente de incertidumbre, inseguridad y confusión; este sería el caldo de cultivo perfecto para desarrollar una adicción.

De qué modo se relacionan la autoestima y el consumo de drogas?

Si a lo largo de la crianza y desarrollo del niño -y, después, del adolescente- se ha ido constituyendo una baja autoestima, la probabilidad es alta de que éste desarrolle una serie de rasgos relativamente comunes:

El adolescente tenderá a verse como inferior a los demás.

El joven también, probablemente, se vea como carente de una o más virtudes o capacidades.

Puede considerar su cuerpo o su aspecto general como poco deseable, incluso repulsivo.

Podría cuestionar su capacidad para realizar actividades grupales y participar en deportes de equipo.

Tenderían probablemente a emitir automensajes con los que cuestionaría su inteligencia o capacidades cognitivas.

"Puede que no haya nada más íntimo que las propias adicciones".

La mayor parte de las actividades vitales, dada esta situación, se le podrían plantear a la persona como excesivamente difíciles. De ahí podría surgir en potencia la tendencia a conductas destructivas y de escape, que es precisamente lo que abre la puerta al consumo de tóxicos y a las adicciones.

La autoestima y el consumo de drogas, según lo expuesto, tendrían sentido como entidades vinculadas. El resultado del consumo de estupefacientes conduce, generalmente, a una suerte de mundo propio en el que no existe la posibilidad de ser juzgado; es esa ausencia de juicio ajeno lo que termina casi siempre por constituir el verdadero enganche.

Puesto que para transformarse en consumidor de alcohol y otras drogas no se requiere de una habilidad en particular, y el valorarse a uno mismo apenas entra en juego, la adicción a la toma de sustancias ilícitas se hace en estos casos considerablemente fácil.

Mujer triste por adicción

A fin de cuentas, el consumo de sustancias que alteran el estado de conciencia, en el contexto de la relación entre autoestima y el consumo de drogas, no es más que una manera sencilla de deshacerse, aunque sea temporalmente, de las aflicciones que la baja autoestima impone en quien carece de ella. Una manera de evadirse de un diálogo interno muy destructivo.

Clásicamente, a las personas con tendencia al consumo abusivo de drogas se las ha tildado de tímidas o introvertidas; en realidad, en muchos casos existe un problema subyacente de autoestima que produce la inhibición social. Cabría pensar, analizado lo aquí expuesto, que estas personas presentan una tendencia a apoyarse en los efectos de estas sustancias para liberarse de sus ataduras psicológicas y sus reticencias.

Así, podrían conseguir hacerse más amigables -ya que se valoran más a sí mismas bajo los efectos de los químicos o, simplemente, abandonan todo intento de valorarse-, y también más accesibles a los demás.

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